Te Cuento...
En los últimos años
ha estado sonando mucho todo lo que tiene que ver con cyberbulling, los bullies
y todo aquello que de una forma u otra representa un ataque hacia las personas.
Me resulta
inconcebible, y siempre ha sido así, el que una persona haga daño a otra sin razón
alguna, solamente el simple hecho de que esa persona no le cae bien, o le tiene
envidia, resentimientos y cualquier otro disparate que “justifique” estas
acciones.
Si bien es cierto
que los colegios y escuelas tienen una campaña agresiva en contra de esto en
sus planteles, la tendencia más preocupante es la del cyberbulling, esa que se
escuda en el anonimato y que tiende a ser más cruel y directa.
Miles de
historias salen en los medios de comunicación sobre niños y jóvenes que se
suicidan o intentan hacerlo cuando el acoso llega a ser intolerable. Son
atacados por sus preferencias sexuales (en muchos casos incluso inventadas por
los agresores), por su raza, su condición social, su origen, su religión, su
estilo de vida.
Es cierto que
existen leyes en algunos países que protegen a las personas afectadas de los
agresores, ¿pero de qué sirve una ley cuando emocionalmente se está destruido? ¿De
qué sirve cuando ya es muy tarde y la persona ha decidido no luchar más?
Y ojo, que el
bulling no se limita a los salones de clases y planteles escolares, el bulling
existe en todos los niveles y edades.
Mi pregunta es, ¿qué
es lo que pasa por las mentes de los bullies a la hora de insultar y denigrar a
una persona? ¿Qué ganan? ¿Cómo puedes sentirte bien contigo mismo al dañar a
otros? Y pero aun, ¿por qué tantas personas se unen y alimentan estas acciones
en contra de las personas?
¿Es que
definitivamente el mundo se ha vuelto un lugar cruel y hostil en el que debemos
de pisotear a los demás para “elevarnos” nosotros mismos? Es un absurdo total que demuestra que la
crueldad humana no tiene límites. ¡Da miedo!
Las personas
debemos entender que las palabras dañan y que una vez han sido dichas no hay
forma de borrarlas. Para eso debemos de tener un filtro entre la cabeza y la
boca, o los dedos, para pensar en los efectos que cualquier “broma” pueda tener
en los demás. No vivimos solos ni somos mejores que otros, simplemente somos
diferentes y eso es lo que nos hace especiales.
No seamos cobardes,
si tenemos algo que decir digámoslo, pero con respeto y educación. Lo que nos
diferencia de un animal común es el poder de raciocinio, usémoslo para algo.